Reflexión 8 (extra): La ideología del docente en el aula

El otro día saqué este tema en clase, y ahora acabo de ver que mi compañero Sergio me ha preguntado algo parecido en los comentarios. ¿Hasta qué punto debemos dejar la ideología personal fuera del aula? 

Lógicamente, adocrtinar es más feo que molestar a un gatito, pero de la imparcialidad inhumana de un robot al adoctrinamiento hay todo un abanico de posibilidades (una por cada docente, diría yo). Por supuesto, esta es mi opinión personal, y podéis rebatirme y discutirme todo lo que queráis. Tal vez saquemos algo en claro. 

Considero que además de docentes somos humanos, y es muy difícil impedir que nuestras preferencias y nuestras ideas traspasen el muro del programa educativo. Esto, como decía Sergio, puede pasar en un segundo y sin que nos demos cuenta. ¿Y entonces qué? ¿Nos autocastigamos de cara a la pared?

Yo intentaría un término medio (últimamente creo que llego a esta conclusión en todo lo que me planteo en la vida). Me parece estupendo que nos propongamos esa imparcialidad de base, esa idea inicial de recoger todas las opciones posibles. E incluso me parece bien que si no lo conseguimos nos regañemos un poquito internamente y nos prometamos mejorar. (Atentos, el "pero" está cerca).

El adoctrinamiento se describe como la acción de inculcar un valor o una idea sin dar la opción a discutirlo. Es por eso que intentaría (e intentaré) siempre dirigirme hacia el debate, a intercambiar opiniones argumentadas y razonadas. Pero esta intención tiene un límite, y para mí son los Derechos Humanos. 

Como le decía a Sergio en el comentario, si como docente soy testigo de un mal comportamiento entre alumnos que pudiera llevar a diferentes argumentaciones (pongamos por caso el racismo, un comentario machista o la intolerancia hacia alguna discapacidad) no me parecería correcto quedarme en la superfície del conflicto y reclamar respeto sin comentar que hay un problema de fondo. Me parecería una llamada de atención falsa y vacía, un "venga, chicos, sentaos que tengo que terminar el temario".  Si cada artículo de pedagogía que leemos nos dice que además de transmitir conocimientos debemos ayudar a que la sociedad prospere y avance, no me parece justo esconderme detrás de la imparcialidad.

Se comentaba también la posibilidad de recibir alguna queja por parte de los padres. Antes de mostrar nuestros propios valores, debemos tener en cuenta también los valores del centro (si no estamos de acuerdo con ellos, tal vez deberíamos plantearnos enseñar en otro lugar, aunque no debemos olvidar que a veces también entran en juego otras cuestiones, como la estabilidad económica). Comentábamos, tanto en Procesos como en Aprendizaje, que es muy importante declarar con transparencia y desde el principio nuestros valores, como docentes y como centro. Si actuamos en consecuencia y aun así recibimos alguna queja, podremos responder con tranquilidad que en nuestra aula / nuestro centro se enseña así y que pueden optar por escolarizar a su hijo en otra parte si no están de acuerdo. 

Como dije en clase, abordar este tema es meterse en un jardín bien bonito :)

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